El Camino Olvidado llevaba tiempo rondando mis pensamientos. Tal vez dos años. En marzo de 2018 pensamos que sería el momento… pero lo aplazamos por nevadas. Así que el momento llegó en octubre…. No disponíamos de días para caminarlo completo, así que decidimos comenzar en Riaño, por el Vadiniense hasta Cistierna y en Cistierna enlazar con el Olvidado.

Las etapas que hicimos fueron: Riaño-Crémenes-Cistierna-Boñar-Vegacervera-La Pola de Gordon-La Magadalena-Pandorado-Vegarienza-Fasgar-Igüeña-Losada y desde Congosto nos desviamos a Ponferrada porque no nos quedaban días. Decidimos hacer estas etapas porque eran las montañosas. Y queríamos montaña. También se puede hacer en lugar de por la montaña por abajo (son etapas diferentes, salen en las guías).

Pensaba hacer una crónica detallada pero… para eso están las guías. Si alguien necesita alguna referencia puede escribirme sin problema. En el  Facebook  ya escribí algo de mis etapas y de los lugares imprescindibles. Del Camino podría hablar del señor Manolo, de Fasgar. Podría hablar y contar  la sensación de volver a la vida al encender un fuego en la ermita de Santiago. También nos encontramos con un dron vigilándonos por el aire… Podría contar mil y una anécdotas… tal vez en otra ocasión.

El cuerpo vaga por las montañas y el espíritu se libera.

Hsu Hsia-k’o

Las dos etapas del Vadiniense fueron de cuento. Especialmente la Calzada Romana. Pensar que estábamos caminando por un camino que tiene más de 2000 años… impresiona. Y el Camino Olvidado… pensaba que iba a ser un camino de introspección; además en otoño, con la simbología del cambio a mi nueva vida de estudiante y desempleada, pero… con tanta belleza en el exterior no me centré en mi transformación interior en ningún momento. No importa: estamos en una transformación constante. Caminaba sólo para poder admirarla y sentirla a ella: la montaña.

El Camino Olvidado se ha convertido en el Inolvidable Camino de la Montaña. No se puede comparar a ningún otro camino: es único. Mágico. Montañoso. Cuando la montaña te atrapa el alma, nunca jamás te la suelta. El Camino Olvidado no se puede describir con palabras, ni con imágenes ni con vídeos… el Camino Olvidado sólo se puede entender si lo caminas. Sólo diré que lloré de emoción con la primera subida en la etapa Boñar-Vegacervera. Lloré por volver a sentir la montaña otra vez. Por las vistas, el aire que allí se respira, el silencio. Por conectar con la esencia de lo que somos: somos tierra, somos viento,  nieve; somos sol, somos agua, madera. Y también… también somos fuego. Volví a sentir el Clímax del Caminante. Gracias Camino, gracias Vida.

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