Desde Segovia a Medina de Rioseco. Camino de Santiago de Madrid. Días 2, 3, 4, 5 y 6. La muerte: gran motivadora de vida.

Desde el  segundo día comencé con dolores en las rodillas. Y 3 días después de dejar de caminar todavía me duelen un poco. ¿Por qué? Todavía no lo sé. Tal vez tendinitis, aunque no había tenido nunca… tal vez el frío del día anterior hizo que mis tendones se tensaran demasiado, tal vez el hecho de caminar en rectas interminables a las que no estoy acostumbrada, pues soy más de caminos montañosos… no lo sé, la verdad.

Voy a resumir rápidamente todos estos días, porque se reducen a una combinación de: viento, frío, lluvia y granizo y un poquito de nieve. Algún rato salió el sol, el cielo nos regaló un arcoíris muy intenso. Y uno de los días una puesta de sol tremendamente impactante por su belleza. El río Adaja estaba desbordado y no pudimos pasar y nos tocó dar un rodeo. Cosas de esas que pasan en el camino.

Y también las etapas se resumen en: campos preciosos y eternos de cereal alternados con bonitas pinadas con ciervos (o corzos, no sé) y conejos (o liebres, no sé). Millones de conejos. ¡¡Creo que nunca he visto tantos conejos!!

Al llegar a los albergues por la noche y para desayunar coincidíamos con Raúl, un peregrino novato pero bien preparado que nos sacaba algunas horas porque caminaba mucho más rápido que nosotros. Este fue su primer camino y él continua ahora caminando. Su objetivo es llegar a Finisterre y lo conseguirá. Su comentario no dejaba de ser: “¡vaya estreno estoy teniendo en el camino! ¡me ha desvirgado bien!”

Destaco como hospitalera a Charo, del albergue de Coca. Una de esas personas que se emociona con los peregrinos. Fantástica mujer. También Margarita, la hospitalera de Nava, aunque no dormimos allí pero nos dio un abrazo. Y el fantástico albergue de Puente Duero, una casita de madera llena de símbolos peregrinos, con una librería donde me encantó ver el Corán y la Biblia compartiendo estantería. Y una calefacción fantástica. Fue la única noche que me quité la camiseta térmica para domir. Al hospitalero no lo conocí porque nos informó por teléfono. Pero seguro que era una persona maravillosa por los comentarios que he leído de él.

Y lo más significativo para mí en este camino fue el hecho de no abandonarlo por las condiciones meteorológicas y el dolor de rodillas. De todos los caminos que llevo (que no son pocos) es la primera vez que me duelen pies y piernas. Es la primera vez que he pensado en abandonar ya el primer día porque estuve al límite. Pero poder mirar al horizonte lejano de esos campos con rectas interminables con esa profundidad que las nubes le daban al paisaje… eso no tiene precio. Decidir seguir caminando a pesar del dolor y de las circunstancias meteorológicas… eso tampoco tiene precio.

 También destaco todo el tiempo que he estado practicando meditación caminando. Todo el tiempo que he dejado volar mi imaginación. Todo el tiempo de divagaciones y todo el tiempo de introspección. Creo que ha sido el camino más introspectivo. Sí, lo ha sido. Supongo que el clima adverso y el horizonte lejano me han ayudado a ello.

Y también lo llamo el Camino de la Humildad porque los expertos nos convertimos en aprendices. Sí, siempre somos aprendices, por muchos pasos que llevemos en la vida. Siempre aprendiendo.

Y para terminar, quiero destacar también el Osario de la Iglesia de Wamba. Qué maravilla. Vi uno hace años en Évora (Portugal) me encantó. Pero este de Wamba es el más grande de España. Me encantan los huesos, las calaveras, los esqueletos porque me recuerdan a la muerte. Y me encanta todo lo relacionado con la muerte. ¿Por qué? Porque la muerte es una gran motivadora de vidaLa muerte nos recuerda que estamos aquí de paso, que el tiempo vuela sin darnos cuenta y que tenemos que aprovechar cada momento, que tenemos que disfrutar de cada paso, por grande o pequeño que sea. Caminar nos acerca a la muerte…. pero también a la vida. Caminar nos acerca al “ahora”.

 Nos podemos marchar de aquí en un segundo así que, mientras permanezcamos: elijamos bien qué flechas queremos seguir.

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